A tres kilómetros de la villa se halla el despoblado de San Miguel de Lérida, formado en la actualidad por restos de piedras superpuestas, habitaciones y muros abandonados de factura antigua, cubiertos ya por la maleza y custodiados por la imperturbable ermita románica (ya restaurada) conocida como San Miguel o “el Santo”.

 

Este paraje, antaño origen del título nobiliar del señorío de los Lérida (condes y señores de Retortillo, claveros de la ciudad de Soria) tiene un origen incierto. Dícese que en aquel lugar existió una necrópolis romana de inhumación formada por sepulturas de lajas de piedra hincadas en el suelo. Algunos afirman que se llegó a encontrar alguna riqueza, se habla de una taza de plata con denarios ibéricos y un delfín de bronce… Otros dicen que quizás fuese un puesto romano de protección para la gran Termancia.
Sin embargo, si su origen es incierto, no menos misteriosa fue su desaparición, pues se habla en la zona de que en épocas antiguas fue éste un lugar de prosperidad y riqueza. Se cuenta una leyenda que habla de la presencia de un becerro de oro, tan característica en la literatura castellana.

 

Pero ciertamente llama la atención que un paraje bien asentado, bien comunicado, con presencia de agua y, probablemente, con numerosa población, desapareció en el olvido y no se volvió a habitar, según dicen, por la presencia de voraces termitas que acabaron con la población al final de la Edad Media aunque otras leyendas dicen que fueron las hormigas las que destruyeron este poblado. Probablemente, se trata de una forma tradicional y popular de explicar por medio de leyendas un hecho histórico como fue la crisis producida al final de la época medieval en toda Europa y que, en estas tierras, también dejaría sus huellas. Las consecuencias de la expansión de la peste negra allá por el siglo XIV, de las malas cosechas y de las guerras o las pillerías en un tiempo de incertidumbre política y económica hicieron que la población disminuyese y que se trasladase a zonas con mejores posibilidades de abastecimiento.

 

Otra historia más macabra que corre por la zona, hace referencia al topónimo de un paraje cercano al pueblo, y que los habitantes conocen con el nombre de “La degollá”. Se cuenta que en esos parajes cercanos, una madre asesinó a su hija degollándola tras una discusión quién sabe si por celos o asuntos del corazón. La madre abandonó el cadáver de su hija y acudió caminando al pueblo donde se presentó en la iglesia con las manos ensangrentadas. La guardia civil se hizo cargo del caso y la vecina fue ajusticiada, en aquellos tiempos del garrote vil… Desde entonces existe un paraje en la localidad que recuerda esta historia de la España negra.


Comparte esta Página